Durant els meus dies a Mèxic per al Col·loqui sobre noves tendències en Antropologia, vaig aprofitar per a conèixer, finalment i després de quatre anys de mails i més mails, al professor del Tecnológico de Monterrey Octavio Islas. L’Octavio (que porta el bloc La Coctelera) és un dels més notoris i reconeguts professors i investigadors mexicans en l’àmbit de la cibercultura i juntament amb la seva dona, la bilbaina Amaia Arribas, porten molt temps vinculats a l’Observatori de la CiberSocietat. Em van pasejar, convidar i mostrar racons excepcionals de la ciutat de Mèxic i, en una cafeteria, van gravar una conversa que després van convertir en aquesta entrevista. L’entrevista va publicar-se al diari Mexicà Nuevo Excelsior i la referència directa de l’entrevista, mentre es mantingui, és aquesta.

Amb l'Amaia i l'OctavioCopio i enganxo aquí el contingut de l’entrevista, que, per a major glòria del periodisme, va portar per títol “El vigilante de la cibersociedad”… Toma ya! 😉

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Font: Nuevo Excelsior, 3 d’agost de 2006. L’entrevista va ser el dilluns 24 de juliol, en un bar de compte de fades…

El vigilante de la cibersociedad

Por Amaia Arribas Urrutia

 

El Observatorio para la Cibersociedad (http://www.cibersociedad.net) es un escenario de encuentro, discusión y publicación de investigaciones sobre los diversos aspectos sociales que las nuevas tecnologías están generando.

El Observatorio abarca las diversas disciplinas de las ciencias humanas y sociales, siendo su punto de encuentro lo cibersocial. Desde este Observatorio, realizado desde Barcelona, España, se pretende estimular la curiosidad sobre el ciberespacio, entendido como un fenómeno socio-cultural, no exclusivamente tecnológico.

Su máximo responsable, Joan Mayans, autor del libro Cómo la etnografía puso un pie en el ciberespacio, platicó con Excélsior en su más reciente visita a México, y adelantó detalles del III Congreso online que celebrarán en noviembre.

—¿Cómo nació el Observatorio para la Cibersociedad?

—En el año 2000 estaba realizando la tesis doctoral en antropología sobre la etnografía de los chats como espacio socio-urbano, de relación social. Pero en mi facultad no encontré a nadie para intercambiar ideas, y no me refiero sólo a investigadores relacionados con la disciplina, sino con otras carreras que estuvieran estudiando temáticas similares. Entonces se me ocurrió abrir un espacio en línea para comunicarme con otras personas con las mismas inquietudes.

—La iniciativa se ha extendido a otras disciplinas….

—Sí, efectivamente, incluso la etnografía tiene una representación mayor que la que tiene en el mundo académico “real”. Ahora sobre todo se puede encontrar trabajos de gran rigor metodológico de sociología, política, educación y la cibercultura que es transversal y lo atraviesa todo. Cada vez se ha hecho más pluridisciplinar.

—¿El observatorio está ligado a alguna institución?

—No, afortunadamente no es de nadie, y esa la gran ventaja. Somos una asociación sin ánimo de lucro que tiene actualmente seis socios, que son los que realmente lo representan legalmente. Luego están unos ocho mil inscritos que son los auténticos usuarios de este espacio. Hemos sobrevivido gracias a las subvenciones, pero buscaremos la forma de tener más estabilidad, sin comprometer nuestra independencia.

—Hacen un congreso totalmente online…

—Sí, creamos un formato de congreso diferente. Nuestra red inicial estaba formada por unas treinta personas, y unas trescientas personas que recibían el boletín y eran usuarias del Observatorio. Se abrieron nuevas temáticas y se acordó una línea editorial. La dinámica y el ritmo de trabajo se parecían a la de un congreso tradicional en el sentido de que había un contenido central y aproximaciones diferentes.

—¿Cuáles han sido las temáticas de los anteriores congresos?

—En el 2002 la temática fue cultura y política en el ciberespacio, para hacer ver al mundo de las ciencias sociales en general que su campo de estudio era internet, no el de los ingenieros necesariamente. Su carga semántica estaba en internet ya que ahí hay personas y por lo tanto hay cultura, luchas, y por lo tanto, política. Se logró llamar la atención de que internet es sociocéntrico, no tecnocéntrico. En 2004, el tema fue la sociedad del conocimiento vinculado a las tecnologías de la comunicación, donde hay discursos institucionales convertidos en ocasiones en pancartas políticas, discursos comerciales convertidos en espacio de consumo, y un discursos comercial-académico que deseaban subirse al carro de la sociedad del conocimiento como producto de mercado.

—¿Qué tiene de novedoso?

—Congresos virtuales hay muchos, pero metodológicamente no aportan nada. Cuelgan las ponencias en pdf y ponen a disposición de los usuarios herramientas para abrir un debate. Como herramienta puede funcionar para abrir un espacio académico. Lo que nosotros hicimos fue crear un concepto, y haber trabajado un modelo. Y le damos una sede electrónica diferente cada vez, así como funcionalidades que tiene un portal de contenidos, con el objetivo de crear una identidad corporativa, de continuidad.

—¿Cuál es la temática?

—El título es “Conocimiento abierto, sociedad libre”. Una de las temáticas estará relacionado con las licencias libres, los contenidos libres estándares, el software libre, que están entrando cada vez más como un discurso menos técnico e informático, cada vez más social. El fenómeno del uso o instalación del software libre en Brasil es un ejemplo de lo que puede ser: una política y un agente económico. Nos preguntamos si es verdad que estamos avanzando hacia sistemas más abiertos de generación y transmisión del conocimiento. Ello nos llevará a una sociedad con más libertad de creación, de elección, de competencia.

*Prof. investig. del Dpto Comunicación. Coordinadora del Diplomado en Comunicación Empresarial Estratégica Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México